domingo, 22 de junio de 2008

CAPERUCITA ROJA - Charles Perrault *

ÉRASE UNA VEZ una niña que vivía en un pueblecito y que era muy guapa. Su madre la quería mucho. Su abuela la quería todavía más, y le hizo una caperucita roja. La prenda le sentó tan bien a la chiquilla que en todas partes pasaron a llamarla Caperucita Roja.
Un día, la madre hizo unos pasteles y le dijo:
-Vete a ver cómo está tu abuela, pues he oído que no se siente muy bien. Llévale algunos pasteles y este tarrito de mantequilla.
Caperucita Roja se marchó enseguida a casa de la abuela, que estaba en otro pueblo. Cruzaba el bosque cuando se encontró al compadre lobo. El animal se la quería comer allí mismo, pero no se atrevió porque unos leñadores se encontraban cerca. Le preguntó adónde iba. La niña, que no sabía que pararse a hablar con los lobos era peligroso, le dijo:
-Voy a ver a mi abuela. Le llevo unos pasteles y un tarrito de mantequilla que me ha dado mi madre.
-¿Vive muy lejos? –preguntó el lobo.
-¡Sí! Vive después de aquel molino que se ve desde aquí. Su casa es la primera, nada más entrar en el pueblo –contestó Caperucita Roja.
-Bueno, bueno, creo que también iré a voy a ir a verla. Mira, cojo este camino y tú aquél, y a ver quién llega antes.
El lobo salió corriendo a toda velocidad por el sendero más corto. La niña se fue por el más largo y se entretuvo recogiendo nueces, persiguiendo mariposas y haciendo ramilletes con las florecillas que encontraba.
El lobo no tardó mucho en llegar a la casa de la abuela. Llamó a la puerta: Toc, toc.
-Soy tu nieta, Caperucita Roja –contestó el lobo, disimulando la voz-. Te traigo pasteles y un tarrito de mantequilla, que me ha dado mamá.
La abuelita, que estaba en la cama porque no se sentía muy bien, le dijo:
-Tira del picaporte, que la puerta se abrirá.
El lobo así hizo, y la puerta se abrió de par en par. Se lanzó sobre la buena mujer y la devoró de un bocado, pues hacía tres días que no comía nada. Luego cerró la puerta y se echó en la cama de la abuela, a esperar a que llegara Caperucita Roja. Poco después, llegó la niña y llamó a la puerta: Toc, toc.
-¿Quién es?
Caperucita Roja tuvo miedo al oír la voz ronca del lobo, pero luego pensó que la abuela estaría acatarrada y dijo:
-Soy tu nieta, Caperucita Roja. Te traigo pasteles y un tarrito de mantequilla, que me ha dado mamá.
El lobo procuró bajar un poco la voz, y le dijo:
-Tira del picaporte, que la puerta se abrirá.
Caperucita así hizo, y la puerta se abrió de par en par. Cuando el lobo la vio entrar, se escondió bajo las cubiertas y dijo:
-Deja los pasteles y el tarrito de mantequilla encima del arcón y vente a la cama conmigo.
Caperucita Roja se desnudó y se metió en la cama. Se quedó asombrada al ver la apariencia de su abuela en camisón.
-Abuela, ¡qué brazos más grandes tienes!
-Son para abrazarte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué piernas más grandes tienes!
-Son para correr mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué orejas más grandes tienes!
-Son para oír mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué ojos más grandes tienes!
-Son para ver mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué dientes más grandes tienes!
-¡Son para comerte mejor!
Al decir esas palabras, el malvado lobo se lanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.

MORALEJA
De este cuento aprendemos que los niños y las niñas,
y sobre todo las jovencitas
guapas, amables y bien educadas,
hacen mal en prestarle oídos a cualquiera,
y no es de extrañar
si un lobo se las comiera.
Hablo de lobos, pero no todos los lobos
son precisamente iguales.
Algunos los hay encantadores,
ni chillones ni brutos ni furiosos,
sino mansos, agradables y gentiles,
y siguen a las jovencitas hasta sus casas y sus habitaciones.
Pero ten cuidado si no has aprendido que los lobos mansos
son de todos los más peligrosos.

*De Charles Perrault. "Le Petit Chaperon Rouge", Histoires ou conts du temps passé, avec des moralités, Barbin, Paris, 1697. Traducción castellana de Isabel Campos.
(Esta versión aparece en el libro Los cuentos de hadas clásicos anotados)

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