miércoles, 11 de junio de 2008

LA HISTORIA DE LA ABUELA - Contada por Louis y François Briffault en Nièvre, 1885*

ÉRASE UNA VEZ UNA mujer que había horneado pan. Le dijo a su hija:
-Llévale a la abuela este trozo de pan, mientras todavía está caliente, y esta botella de leche.
La chiquilla se marchó a casa de la abuela y, cuando llegó a la encrucijada, se encontró con un lobo. Él le preguntó:
-¿Adónde vas?
-Voy a casa de mi abuelita, a llevarle pan fresco y una botella de leche.
-¿Qué camino vas a tomar, el de los alfileres o el de las agujas? -preguntó el lobo.La niña se pasó un buen rato recogiendo agujas. Mientras tanto, el lobo llegó a la casa de la abuelita, la mató y guardó un poco de la carne en la despensa y una botella de la sangre en el estante. Entonces llegó la chiquilla y llamó a la puerta.
-Empújala. Sólo tiene una pajita de cerrojo.
-Hola, abuelita. Te he traído pan fresco y una botella de leche.
-Déjalos en la despensa, hija mía. Cómete un trozo de la carne que hay allí y bebe de la botella de vino del estante.
Un gatito que estaba en la habitación vio a la niña comiendo y exclamó:
-¡Uff! ¡Si te comes la carne de la abuelita y te bebes su sangre, eres una marrana!
-Desnúdate, hija mía, y ven a acostarte conmigo -dijo el lobo.
-¿Dónde dejo el delantal?
-Échalo al fuego, hija mía. Ya no te hará falta.
Cuando la niña le preguntó al lobo dónde dejaba las demás prendas, la blusa, el vestido, la falda y los calcetines, él siempre contestaba:
-Échalo al fuego, hija mía. Ya no te hará falta.
-¡Ay, abuelita, cuánto pelo tienes!
-Así estoy más calentita, hija mía.
-¡Ay, abuelita, qué uñas más largas tienes!
-Así me rasco mejor, hija mía.
-¡Ay, abuelita, qué hombros más anchos tienes!
-Así cargo mejor la leña, hija mía.
-¡Ay, abuelita, qué orejas más grandes tienes!
-Así te oigo mejor, hija mía.
-¡Ay, abuelita, qué nariz más grande tienes!
-Así aspiro mejor el tabaco, hija mía.
-¡Ay, abuelita, qué boca más grande tienes!
-Así te como mejor, hija mía.
-Ay, abuelita, me he puesto mala, ¡Déjame salir!
-Hazlo en la cama, hija mía.
-No, abuelita, quiero ir afuera.
-Bueno, pero no tardes.
El lobo ató una cuerda de lana a la pierna de la niña y la dejó salir. Una vez fuera de la casa, la chiquilla ató el extremo de la cuerda al ciruelo del patio. El lobo se impacientó y preguntó:
-Pero ¿por qué tardas tanto, si se puede saber? ¿Por qué tardas tanto?
Cuando se dio cuenta de que no obtenía respuesta, el lobo saltó de la cama y descubrió que la niña se había escapado. Corrió tras ella, pero, cuando alcanzó la casa de la chiquilla, ella acababa de entrar.
*Publicado originalmente por Paul Delarue en "Les contes merveilleux de Perrault et la tradition populaire", en Bulletin Floklorique de l'lle-de-France (1951), pp. 221-222. Traducción castellana de Isabel Campos.
(Esta versión pertenece a Los cuentos de hadas clásicos anotados, con prólogo y edición a cargo de María Tatar).


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